mercoledì 27 settembre 2017



Hay algo en el misticismo de tu andar solitario
que no me deja descansar,
que atrinchera mis dedos, y forman un puño,
muy parecido al que impide
las palabras que quisiera decir en tu presencia.
Traigo el cuerpo para armar, en cajas chinas,
y lo dejo sobre tu cama, soy yo esta que ves:
un amasijo de sílabas que canta tangos y danza desnuda.
Al pronunciar tu nombre, mi boca se llena de cenizas;
aquí, adentro, desde donde te escribo,
la aritmética es prudentemente taxativa,
y recojo mis cabellos en un desordenado laberinto
que refleja la autenticidad de mi blando temor,
y expongo mi pecho joven ante tus ojos,

soy esta que ves, y nada más.


Anaida Sanguino Cárdenas

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