mercoledì 27 settembre 2017



Hay algo en el misticismo de tu andar solitario
que no me deja descansar,
que atrinchera mis dedos, y forman un puño,
muy parecido al que impide
las palabras que quisiera decir en tu presencia.
Traigo el cuerpo para armar, en cajas chinas,
y lo dejo sobre tu cama, soy yo esta que ves:
un amasijo de sílabas que canta tangos y danza desnuda.
Al pronunciar tu nombre, mi boca se llena de cenizas;
aquí, adentro, desde donde te escribo,
la aritmética es prudentemente taxativa,
y recojo mis cabellos en un desordenado laberinto
que refleja la autenticidad de mi blando temor,
y expongo mi pecho joven ante tus ojos,

soy esta que ves, y nada más.


Anaida Sanguino Cárdenas

martedì 26 settembre 2017

Escribo desde la misantropía
versos de amor desigual
que huelen a sal y a tiempo;
no hubo adioses, ni enojos,
ni inquietudes, ni fotografías.
En silencio, sólo el gato que maúlla,
y el tintineo de mis dedos
que lloran letras
destinadas a la intemperie.
Y tú, con tu mirada impasible, y con tu voz tan grave,
intervienes en mi obstinado pensamiento
de no querer recordar.
Escribo sobre estas paredes blancas,
que nos vieron nacer,
nuestro abecé eterno,
que descascara otras historias
escritas en conversaciones universales,
y en sudores tibios, y en sábanas revueltas,
y en hojas de papel aquí y allá,
y en diarios censurados por mi voluntad.
En mis sueños, te veré tan lejos
que inventaré nuevos caminos para llegar a ti,
y besaré tu frente, tratando de borrar tus afanes,
y arrullaré sobre mi pecho tus ganas de ser niño.
En mis sueños, crearé colores brillantes para ti,
y correré contigo, y hacia ti,
y abrazaré tu espalda,
y te diré que soy infinitamente afortunada.
Y cuando despierte,

volveré a escribir otra poesía porque ya no estás.

Anaida Sanguino Cárdenas

venerdì 22 settembre 2017



"Y sé muy bien que no estarás."
J.Cortázar



En la foto que guardo
en mi mesa de noche
habrá otra sonrisa.
Los buenos días tendrán
los mismos matices,
y abundarán los convencionales
cómo estás.
Hallaré, amor mío,
sobre la mesa
un montoncito de migas
de tu comida,
y saborearé los besos que nunca nos dimos
posando mis dedos en el borde
del vaso del que bebiste.
Haré el amor, pero no contigo;
descifraré el misterio de otra piel;
me seducirán otros ojos,
y acostumbraré mis oídos a oír otra voz.
Seré gentil, como lo fui contigo;
abrazaré otro pecho, pero no el tuyo;
me regalarán flores,
y me dirán otras palabras.
Cuando la noche tiña el cielo de estrellas,
pensaré siempre en la foto
que guardo en mi mesa de noche,
y le contaré de ti a la oscuridad
tratando de recordar tu nombre. Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Anaida Sanguino Cárdenas

giovedì 14 settembre 2017

Elegimos escribir nuestra historia en la lumbre;
escogimos, tú y yo, un camino otro,
un cielo otro.
Ya es primavera, y los susurros de nuestras voces,
resuenan entre las hojas de los árboles:
testigos que vieron brotar glicinias
en los lugares que, una vez, nos dieron reposo.
El caprichoso tiempo detuvo su andar,
y olfateó los dulces aromas de nuestras jóvenes cabezas;
el corazón del viento palpitó sobre nuestras bocas,
cuando intentamos darle un nombre nuevo.
De pronto, la noche fue tiñendo la puesta del sol,
escogimos, tú y yo, estrechar nuestras manos, y guardar silencio.


Anaida Sanguino Cárdenas

domenica 10 settembre 2017

Galopan las palabras
sobre el agua del pensamiento,
del otro lado:
tú.

Las constelaciones dibujan
tu rostro en este universo,
y en otros universos.
Desdoblan las dimensiones;
el agua evapora;
la tierra seca,
sólo tú del otro lado.

Tus ojos guiaron las palabras
hasta la orilla,
que se posan en fila
ante ti.
Y roban mi respiro.

Queda esta alma mía
a la intemperie,
pero no temo a la oscuridad.
Las estrellas iluminan
mi frente con sus destellos antiguos,
y veo mi cuerpo a lo lejos,

mientras vuelo hacia ti.



Anaida Sanguino Cárdenas

lunedì 4 settembre 2017

“Casi no sé de quién son estas manos,
las manos que acarician tus mejillas(...)”
J.R. Wilcock


Desconozco cada centímetro de este cuerpo
porque todo, todo, lo entregué al viento
para que trajera tu perfume hasta aquí.

Las tardes urbanas trajeron mensajes oceánicos
y el tiempo ralentizó ante mis ojos;
¿quién eres tú, que pronuncias mi nombre?

La ignominia esparcía sus chispas
en estas cuatro paredes,
que ahora están llenas de ti.

En la intimidad busco tu rostro,
inaccesible:
son tan humanas estas manos;

y la generosa escarcha que rodea tu figura
cubre la desnudez que devora mis miedos;
¿quién eres tú, que pronuncias mi nombre
y haces florecer mis laberintos?

a G. P.



Anaida Sanguino Cárdenas