Traigo las manos llenas de estrellas
para vendar los ojos de la noche.
Y la luna, luna; mía y tuya,
censura mi voz y evoca
mi vista,
mi tacto,
mi oído
y prepara mi muerte, inexorable,
con su lengua de nácar,
con su palabra cósmica.
Santa Fe, 11 de mayo 2016
Anaida Sanguino Cárdenas
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